No entiendo el problema, no entiendo la solución, no entiendo ni el hola, ni el chau, no entiendo nada desde el momento en que me levanto hasta el momento en que me acuesto. Son varios caminos, varias puertas, varias elecciones. No sé si es la forma en la que me visto, en la que pienso o en la que vivo. No sé si soy una histérica, una estúpida.No sé si son los cambios de aire, de lluvia, a sol, de viento, a calor. No sé si es el humor, que estoy bien, que estoy mal, incomoda. No sé que me puede llegar a estar pasando. Capaz tan solo, es que siempre se me dieron las cosas fáciles y era momento de que se me empiecen a complicar. O por ahí, es ese sentimiento de autodestrucción cuando escuchas lo que tus oídos y corazón quieren evitar a toda costa.Solo buscas cerrar los ojos, contar hasta 10 como nos enseñaron desde chiquitos para calmar la ira y no hacer estruendos, solo buscas calmarte, bajar ese alocamiento elevado a un 100%. Y siempre perdes, perdes porque preferís callarte, porque preferís ocultar la verdad, ocultar que es lo que te esta atormentando. Y perdes, solamente perdes. Por miedo a la respuesta, a las reacciones. Te encerras en tu cubo mágico, en el cual todos son colores alegres, pasteles, llamativos, pero tu corazón sabe bien que te dejaste vencer. Que no tuviste lo que se necesitaba para hablar, para confesar y volves a pensarlo, y volves a perder. No te sirvió ni el fu, ni el fa, ni nada de esas palabras extrañas. No te sirvieron los consejos, ni los libros, ni las historias. Solo seguiste a tu cabeza, a tu rencor, a tu egoísmo, a tu miedo y por sobre todas las cosas a tu poca valentía.

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